lunes, 8 de diciembre de 2008

Escritos de Felipe Alegria

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Fulgor

Arde rojo, poco le queda, sopla el viento y se mueve en su dirección roja tiñendo negro todo lo que toca, fulgor desesperado, partícula rota, no permite que en la tierra quede una sola hoja, y se apaga de poco, crepitando solemne y yo le doy vida y prende... prende! en tanto la madera, seca desde dentro se resiste y se quema, lento, lento, ay! esplendor, ay poderosa llama, eres como el amor, que desnuda y calla? que si tienes al viento se aviva tu llama y si le doy mi aliento ella ama, me ama, ustedes se parecen, una de fuego es llama, poderosa es la flama, pero ahora que lo pienso, no difieren en nada ¿es el amor un fuego que enciende el alma?, mejor no pensar en eso, mejor no pensar en nada, creo que vi un lucero, ¿o es eco de tu mirada?, quizás es solo el fuego, que entibia esta noche helada.


2 Raspa las rocas cordilleranas el rayo rápido y rojo del amanecer, desaparece del cielo la ultima estrella, no me importa su nombre, no me interesa su ciencia, y cuando mas pienso en esto, mas completo se ve el circulo amarillo en el cielo quemando los techos.Camino por las avenidas sordas y mudas y ruidosas, por que ya no habla si no la máquina, el palmoteo constante e incesante del negro y liquido corazón del capital, por esas avenidas transito, por las que tenían árboles que silbaban cuando el viento aun estaba aquí.Me dirijo presuroso en la equina carrera que no se puede evitar, que nos suma en su digestión, y creo que recién voy en su esófago a mi destino rutinario e inevitable. La puerta es grande, y una boca grande con ojos grandes y cejas grandes me dice "miasmas" como si el sonido viniera de las paredes o del suelo o del techo o de mi estomago, pero no estoy tan seguro de que dijo eso, las secretarias de ojos caballunos no me responden la mirada de interrogación, tienes sus siete ojos puestos en las conexiones de los cables de teléfonos , telégrafos , Internet, telegramas, cartas, faxes y maquinas de escribir que sus nueve brazos controlan, con una velocidad que solo un pulpo puede entregar, burocráticamente recepcionan, comen, se maquillan, alcahuetean y disparan migas de pan por sus rojas bocas, despachan encargos de pisos superiores... "pulcra maquina", esa frase cruza por mi mente meteórica llena de gases en fusión, CRUZA por mi cabeza, yo no puedo pensar, no debo, aquí no.Camino 66 grados al norte, seis pasos y 3,14 y algo partes de uno, y algo partes de uno y algo partes de uno, y algo, algo si, por que no estamos mecanizados, no estamos mecanizados, no estamos mecanizados.Dedo índice-botón rojo elevador ascendente, izquierda.Bajan en el descensor descendente derecho los orangutanes comiendo papas calientes, emiten ruidos de producción numérica y entregan papeles de papel bursátil, el mas alto de ellos agita sus canas, su cabeza, sus labios y su baba llega a mi boca y me dice: "coma", se alejan trepando las paredes... "tilín", llegó el elevador.Ranas, tiburones y uno que otro ratón de alcantarillas gritan por sobre mis sienes asfixiados por los nudos de las corbatas , el botones sonríe con una risa congelada de dolor y dice: "¿piso?", el ultimo, y miro como su artritis presiona los números y cierra las rejas , no se si fui yo quien contestó.Subimos, subimos, subimos y el aire falta, la piel suda, 74º C, nuestro sudor salado comienza a hervir, nuestro sudor de café que nos mantiene con ojos rojos, veo drogado por el aire que me lamen la piel los tiburones , no se quieren dormir, me lamen la piel y me aprietan la corbata, "tilín", la voz seca del botones dice "el ultimo".Unpasootropaso-unpasootropaso-unpasootropaso-unpasootropaso, fin de la azotea, cielo raso y avenidas grises, hormigas motorizadas y prisa, prisa, prisa por doquier, invierno próximo, ganas... muy pocas, pies que tambalean, tambalearon... tambalearon y avenidas cada vez mas cerca, mas... mas... mas.. y mas, y luego... otra mancha mas en el pavimento.


3 Por lo bajo de las aguas del camino oscuro un pez nada abriéndose paso por las ramas y hojas que caen de los árboles, que se desarman en otoño cuando las aves con sus garras se posan en las ramas secas llenas de termitas que se comen el tronco en el que viven aves, gusanos y otros bichos que son comidos por culebreas húmedas que hacen sus cuevas en la tierra, donde depositan sus huevos que en gran parte son comidos por los zorros rojos atacados por los perros, guiados por los hombres, arriba de un caballo cansado y viejo que un día cuando muera será comido por los buitres y estos a su vez por otros buitres y sus huesos se llenarán de gusanos que se arrastran a lo húmedo de los árboles con ramas secas bajo el cual hay un río con agua oscura, donde un pez nada entre ramas y hojas en otoño.